Casi siempre en un segundo plano, eclipsado en el escenario por músicos más icónicos pero no por ello de mayor calidad fue una pieza indiscutible e insustituible de esa máquina de hacer rock que con el paso de los años sería conocida mundialmente como la E Street Band.
Bruce, su compañero y amigo de sangre, sudores y lágrimas durante más de cuarenta años, lo definía tras su muerte como «el teclista más fluido, maravilloso, y un músico natural puro» a lo que añadía «Lo quise mucho, crecimos juntos».
Descansa en paz, Danny.
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